Todos los gobiernos defienden a sus multinacionales ante la política boliviana de nacionalizaciones
Paula Lego (Agencia Información Solidaria) 22/09/2006 |
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Al otro lado del Atlántico, el Gobierno español también ha trabajado para defender los intereses de la multinacional hispano-argentina Repsol-YPF, inmersa además en una investigación sobre un contrato presuntamente irregular de ajuste de precios con la brasileña Petrobras y blanco de numerosas denuncias de poblaciones indígenas sobre las consecuencias de su presencia en el país, donde está presente a través de su filial Andina. El Gobierno español "siempre apuesta por el diálogo" y por lograr una solución que defienda la relación bilateral que existe con Bolivia pero "también los intereses de una empresa tan importante como es Repsol”, señaló su portavoz y vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega. "La obligación del Gobierno es proteger, allanar caminos y establecer contactos políticos con los gobiernos para que la empresas puedan desarrollar su trabajo en condiciones de libertad de mercado, de seguridad y garantías desde el punto de vista jurídico y financiero", añadió. Poco importa que las compañías del sector hayan operado en un marco fiscal con la tributación más baja de la región, que hacía que los ingresos generados por cualquier venta del gas beneficiasen “principalmente a las empresas petroleras, mientras que el país afronta un severo déficit de oferta de proyectos gubernamentales para el mercado interno e industrialización del país”, como denunciaba en 2004 la ONG Intermón Oxfam en su informe "Repsol YPF en Bolivia: una isla de prosperidad en medio de la pobreza". Un 63% de la población boliviana vive por debajo de la línea de la pobreza y el 35% no puede ni siquiera cubrir sus necesidades alimentarias, según este documento. Los gobiernos brasileño y español tienen otro elemento en común, además de su pertenencia al espectro de la izquierda: una oposición (y en el caso de Lula a escasos días de las elecciones) que les tacha de “blandos” en la defensa de los intereses del país ante la nacionalización, que, como era de esperar, también ha criticado el Fondo Monetario Internacional (FMI). Así, mientras que en Brasil el socialdemócrata Geraldo Alckmin, principal candidato opositor a los comicios presidenciales del 1 de octubre, ha calificado la postura de Lula de “sumisa, omisa y débil", el senador del conservador Partido Popular español José Seguí ha criticado al presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero por no echar una “reprimenda telefónica" a Morales tras anunciar la medida y por “garantizar a Bolivia la ayuda comprometida en materia de cooperación” en vez de “condenar esta ilegítima y perjudicial acción”. El senador conservador cree, por lo visto, que la política de cooperación española debería ser un elemento de castigo de las medidas contra multinacionales con sede en el país. La conclusión de estos vaivenes es, pues, que el objetivo de todo Gobierno debe ser la defensa de los intereses de sus empresas, cuya internacionalización, por cierto, no siempre genera una ganancia significativa en el país de origen. O dicho de otra forma, los representantes legítimos de la soberanía popular deben calibrar sus políticas de acuerdo a intereses privados que carecen de la legitimidad que dan las urnas, por mucho que puedan redundar en sus habitantes. Para ello se sacrifican relaciones diplomáticas, influencia en otros ámbitos y, sobre todo, cualquier consideración ética de las medidas adoptadas y la acción de la citada empresa. ¿Qué hubieran hecho estos países ante la nacionalización si no afectase a sus multinacionales?. ¿Acaso la medida decretada por el Gobierno de Morales es menos ejercicio de soberanía nacional y cumplimiento de una promesa electoral de lo que lo fue la retirada de las tropas españolas en Irak, anunciada por Zapatero poco después de acceder al poder? Preguntas que pueden parecer profundamente inocentes, pero que, precisamente por ello, desvelan la urgente necesidad de reflexionar sobre el papel y el significado de la palabra gobierno. Fuente: http://www.glocalia.com |