Le Monde Diplomatique, edición Colombia, nº 53, febrero de 2007. HÉCTOR ARENAS
En la primera semana de diciembre, Bernardino León, número dos del Ministerio de Relaciones Exteriores español, cenó con Thomas Shanon, subsecretario de Estado estadounidense para el hemisferio occidental. Dialogaron sobre “la forma como España puede ayudar a Estados Unidos a fortalecer su influencia en América Latina” [1]. León señaló: “Estados Unidos y España son dos actores muy determinantes en la región, con grandes inversiones y relaciones políticas profundas que deben implicarse más en un momento difícil, uno de los más complicados de los últimos 50 años. Esta cooperación tiene un fuerte valor añadido” [2].
HÉCTOR ARENAS | 16 02 2007 La alineación de la política exterior española con la estadounidense sobre América Latina es notable desde el desencuentro que se produjo por el retiro de las tropas españolas de Iraq, ordenado por Rodríguez Zapatero, para cumplir su promesa como candidato. Los dos gobiernos ‘encapsularon’ sus diferencias en Iraq para avanzar en una cooperación fluida en su acción sobre América Latina [3]. Ahora los encargados de la política sobre la región se comunican hasta dos veces semanales, “según la temperatura política” en la región. Antes de navidades se programó una reunión en Washington con Nicholas Burns, Subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, a fin de trabajar sobre la agenda de la visita de Condoleezza Rice a Madrid antes de dos meses.
Las políticas imperiales del “Proyecto para un nuevo siglo usamericano” que fundan la supremacía en la fuerza afectaron la posición dominante de Estados Unidos en la ofensiva ideológica que adelanta desde hace décadas, acelerando la erosión del “poder suave” estadounidense con sus estrategias mediático-culturales, la instrumentación de instancias internacionales con apariencia de neutralidad (FMI, Banco Mundial, BID, OMC, OEA) para determinar políticas económicas y decisiones estatales en lo internacional, y la actuación camuflada a través de Estados gobernados por élites controladas o manipulables.
En América Latina estalló a fines de los 90 la rebeldía provocada al extremar durante una década el saqueo despiadado. La respuesta Bush privilegió el despliegue militar, las acciones encubiertas y la profundización de la hipócrita ‘guerra contra las drogas y el terror’. Este proceder catapultó el rechazo a la estrategia de anexión con base en asimétricos tratados de ‘libre comercio’ a favor de sus megacorporaciones. La historia de agresiones de Estados Unidos en Latinoamérica afloró también a la conciencia colectiva al hacerse públicos los reales objetivos de la ocupación de Iraq. Por eso, ahora, análisis de influyentes “tanques de pensamiento” cuestionan las “políticas duras”, buscando no simplificar lo complejo en aras de obtener mejores resultados para contener y en lo posible desintegrar el movimiento de soberanía y unidad política que emerge en la región.
Se trata de que con el valor agregado de la cooperación entre los gobiernos corporativos de Estados Unidos y España se evite ahondar la alteración en el balance de poder en la región que suscita la Revolución Bolivariana en favor de los pueblos. Esto exige contrarrestar la percepción de que Estados Unidos se interesa en aislar y contener al gobierno Chávez, lo mismo que circular entre la opinión pública internacional la idea de que Estados Unidos quiere normalizar sus relaciones con Venezuela y ésta se resiste a un avance en tal sentido. Se trata de evitar a toda costa que se expanda en Venezuela y América Latina el conocimiento de otro universo de sentido: las ideas que muestran en la práctica que hay otro mundo posible, aquí y ahora. Ideas que revelan cómo la soberanía nos permite la vida y la dignidad negada por la subordinación impuesta con la cooptación de élites, el engaño y la fuerza. Ideas que señalan no sólo que es posible sino que además arroja infinita riqueza la vida social fundada en la cooperación, el cuidado de los bienes comunes y la desprivatización de sectores estratégicos, en vez de aceptar el imperio legal de las reglas de juego de las megacorporaciones. Ideas que revelan el reconocimiento prioritario de los derechos de los aniquilados, oprimidos y excluidos en Venezuela, y que es posible cesar la prolongada y descomunal violencia ejercida sobre las mujeres, los pueblos indígenas y afroamericanos, y sobre todas las otras formas de vida con quienes compartimos el habitar en el planeta.
Las ideas que privilegian el cuidado de la tierra y sus equilibrios, como una tarea común e impostergable con la puesta en marcha inmediata de una revolución energética. Ideas dirigidas al cese de la farsa sangrienta de la ‘guerra contra el narcotráfico’ y el despegue de una acción conjunta que acabe ya la ingente corrupción que sostiene el tráfico y destroza miles de vidas humana y entornos naturales en los países consumidores y productores, mientras enriquece la banca estadounidense y europea. Ideas que alientan el respeto a formas de racionalidad diferentes de la mirada nihilista occidental y el vacío insuperable que comporta. Ideas que muestran el perfeccionamiento espiritual y cultural como horizonte de sentido, en vez de la inevitable violencia que arrojan las reglas de juego de la propiedad individual sin límites y la competencia feroz. Ideas que revelan los caminos para la desarticulación del sistema de necesidades ficticias y la persecución frenética de simulacros de felicidad.
Reacción contra el viraje político en América Latina
El Informe “Viviendo con Hugo, política de Estados Unidos hacia la Venezuela de Hugo Chávez” [4] recomienda ignorar la que llama “estridente retórica” de Chávez y plantea “evitar demonizarlo”, porque enfrascarse en esta vía significa ascenso de la imagen positiva de Chávez en la región y declive en la credibilidad del gobierno estadounidense. El Informe identifica en la capacidad de Chávez para ofrecer mejoras sociales concretas a la población excluida en Venezuela la clave de su éxito regional. Los logros sociales atraen a los pueblos latinoamericanos frente a gobiernos neoliberales o nominalmente de izquierda que, por procurar condiciones macroeconómicas de estabilidad a las corporaciones y los poderes económicos locales, condenan a la mayor parte de sus comunidades a infiernos de miseria y desesperación.
El Informe propone examinar las debilidades de Chávez y pensar estratégicamente sobre el camino que abre su reelección. Llama a privilegiar la acción exterior conjunta sobre la Revolución Bolivariana y el aislamiento de la misma. En especial, usando la influencia vigente sobre Brasil, México, Chile y Argentina. Entre tanto -“siempre que Chávez no dé pasos que amenacen en lo sustancial los intereses de Estados Unidos en América Latina” (por ejemplo, si Chávez enmienda la Constitución para cambiar el período presidencial, de modo que pudiera ser electo indefinidamente)-, hay que mostrar que se quiere trabajar con Venezuela sobre bases pragmáticas, en temas como “guerra contra narcóticos y política energética”. La energía fósil es una obsesión para Estados Unidos en su fase final y cuando toda la movilidad demencial, la alimentación y su “forma de vida” se basan en un despilfarro dependiente del acceso continuo y creciente a las fuentes que quedan y se agotan vertiginosamente. Ahora, China también compite por la energía y otros invaluables recursos. Las principales reservas mundiales de energías fósiles están en Venezuela [5], junto a significativos y ocultos yacimientos en el resto de la zona andina [6].
La mención de la “guerra contra narcóticos” hace parte de la continuidad de la hipócrita doctrina que Estados Unidos utiliza como propaganda interna que ‘legitima’ sus intervenciones y sirve al control sobre aparatos policiales, judiciales y ejecutivos en la región andina, a tiempo que ofrece a la opinión publica internacional la ficción de librar una lucha antinarcóticos y contra el lavado de activos. Emplea esta baza cada vez más desacreditada [7] porque la protección de la ‘democracia’, desde la evidente participación de Estados Unidos en el golpe de abril del 2002, perdió credibilidad. En el largo plazo, y es éste el núcleo de la estrategia, el Informe señala la necesidad de “redirigir la política hacia América Latina, subrayando los temas de pobreza e inequidad que hacen atractivo a Chávez en la región (40 por ciento de pobres en 500 millones de habitantes)”.
En el diario El Universal de Venezuela del 13 de diciembre, Thomas Shanon expresó el nuevo enfoque sugerido en el Informe del Council of Foreign Relations y en la reunión con Bernardino León: “Para Estados Unidos, las tensiones que se han producido con países latinoamericanos han sido producto de una ‘desconexión comunicativa’. Teníamos la tendencia de hablar ofreciendo soluciones y la región hablaba desde una perspectiva de problemas. Con frecuencia, las partes no conectaban. La región hablaba sobre la pobreza, la desigualdad y la exclusión social, y nosotros de democracia, prosperidad y seguridad contra el narcoterrorismo”. [...] “Es un año de compromiso. Es hora de comprometernos de nuevo con nuestros socios distantes de la región y centrarnos en la forma en que podemos tener un desempeño relevante”.
La dinámica del 80/20 [8]
El diálogo propuesto es entonces entre socios con intereses en América Latina y no con los pueblos de la región. Con éstos se propone implementar estrategias que permitan continuar el formidable mecanismo de expoliación que les garantiza hasta ahora a las corporaciones españolas 41.000 millones de euros de ingresos/año, equivalentes al 5,6 por ciento del PIB español. Se calcula en US$ 900.000 millones la apropiación de las corporaciones multinacionales estadounidenses, europeas y asiáticas por pago de intereses, beneficios, royalties y activos en una década (1991-2001) [9] en la región.
El diálogo estadounidense-español se enfila a optimizar la complementariedad entre diversos niveles de control sobre diferentes países de la región: presión económica, cooptación, espionaje, amenaza armada, control informativo, dominación simbólica y manipulación cultural. Cuando León habla, por ejemplo, de "gran déficit de cohesión social", realmente señala -en el lenguaje cifrado de los poderes neocoloniales para entenderse en los escenarios públicos- que se trata de aliviar la pobreza para evitar estallidos sociales y la emergencia de actores políticos con apoyo popular por la desesperación de su circunstancia cotidiana, pero sin modificar los valores, reglas de juego e instituciones capitalistas en que se sostiene el desmesurado saqueo sobre la región para sostener el modelo consumista, empobrecedor y autodestructivo que impusieron al mundo.
En "Viviendo con Hugo,..." se recupera para América Latina lo sugerido por el informe Andes 2020, en el sentido de redireccionar recursos antinarcóticos, apropiados casi totalmente por sus empresas de armamento, entrenamiento militar y química, hacia la reducción de la exclusión social y la inequidad en la región andina. En el Informe se recupera este planteamiento para su aplicación en toda América Latina, y también se señala que ello exigirá flexibilidad en la imposición del ‘libre comercio’ y que los sectores económicos nacionales dominantes contribuyan con parte de lo que debería invertirse para evitar el colapso de la dominación estadounidense.
El diálogo no va entonces hasta el respeto por la opción socialista que votó el pueblo venezolano en las elecciones del 3 de diciembre, ni representa una forma de tránsito hacia el respeto de otros pueblos de América Latina, como el colombiano, bárbaramente agredidos, lo que también sería muestra real de buena voluntad para restablecer la confianza con la Venezuela bolivariana. La inclemente y sangrienta guerra ideológica contra cualquier diferencia ante la doctrina capitalista-neoliberal, adelantada por décadas en la región, continúa pese al indetenible agotamiento del discurso neocon.
Por eso, no se trata sólo de “la ‘pobreza, estúpido’”, que señala León para explicar la crisis de los partidos políticos tradicionales y la incapacidad institucional ante las demandas sociales en América Latina, formulando a partir de ahí una nueva estrategia conjunta en el reaseguramiento del control regional. Se trata del despertar de los pueblos de Abya Yala, del avance irrefrenable hacia una fraternidad anhelada: unidad política del pueblo latinoamericano, largo tiempo fragmentado para mejor someterlo; emergencia incontenible de una conciencia soberana enraizada en los ríos de sangre y sufrimiento producidos por la colonia y la neocolonia, además de la conciencia sobre el engaño que corroe sin remedio a un ‘progreso’ que no puede procurar paz y creación sino muerte, angustia y desesperación porque únicamente ofrece rapacidad, devastación y simulacros de la vida, sosteniéndose en la mentira permanente.
Ante el ‘progreso’, la ‘democracia” y el ‘libre mercado’ como régimen dominante, el “socialismo ancestral y creador del siglo XXI emerge con una visión no mercantil de la naturaleza y el Alba como forma de relación fraterna, de cooperación creadora entre los pueblos, expresión de nuevas formas de organización social apoyadas en las posibilidades infinitas de la revolución informática y las comunicaciones. Un horizonte de vida no sólo para América Latina sino también para un mundo atrapado en el vórtice destructivo de una dinámica social impulsada por la sumatoria de los más poderosos egoísmos. Así, gana muy poco la política exterior española al distanciarse del paleoneoliberalismo del Partido Popular y sus métodos de elefante en cristalería, precipitantes de cambios en la región, si no va un poco más allá y varía su propia mirada colonial y su cautiverio ante los reducidos pero poderosos intereses financieros y corporativos que usurpan la definición de los objetivos y las estrategias en la relación con los pueblos de América Latina [10].
Acción conjunta
En Latinoamérica está pendiente un debate parlamentario y de las organizaciones sociales y políticas en torno a lo que significa la presencia de las corporaciones españolas en América Latina, en términos de respeto a los derechos de los trabajadores y de las comunidades y los entornos naturales, además de corrupción, influencias ilegales sobre políticas locales y niveles de beneficios con relación al cumplimiento real de obligaciones fiscales, y, ahora, la alineación de la política exterior española con un trazado imperial que tanta miseria y sufrimiento produce en la región.
Reconocer la deuda española con los indígenas, afros y mestizos de América Latina sería un primer paso en la construcción de relaciones creadoras y de cooperación que arrojen beneficios prontos a los pueblos de ambos lados, para abordar nuestros urgentes desafíos como humanidad. Cesar la codiciosa mirada neocolonial que sólo ve recursos y mercados en América Latina es un paso necesario en el avance hacia relaciones exteriores no monopolizadas por poderosos grupos empresariales, con su estrecha y suicida visión mercantil del mundo. Comprender los sentidos profundos y sencillos del Alba e iniciar una nueva política exterior diseñada desde las necesidades, los intereses vitales y la imaginación creadora de los pueblos, contemplando las infinitas posibilidades de la cooperación genuina, es un punto de encuentro con las fuerzas éticas de uno y otro lugar que comprenden que las soluciones a los más urgentes desafíos de la humanidad no pueden darse en el nivel nacional o regional.
Así, se podría articular el gran movimiento de comunicación y cooperación entre fuerzas que encarnan la vida en el mundo, para acabar de arrojar al desván de la historia las ideas, normas e instituciones que han represado durante un tiempo vital el caudal creador de la humanidad y la destinación de recursos materiales y la inteligencia colectiva planetaria a la solución de graves e inaplazables problemas conjuntos. La suscripción y puesta en marcha del Alba entre Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador, y los resultados de la Operación Milagro en que médicos cubanos y venezolanos les devuelven la mirada a millares de latinoamericanos muestran en la práctica los asombrosos logros que se alcanzan en tiempos brevísimos cuando la confianza, la voluntad sincera de cooperación, y los principios de solidaridad y fraternidad guían las relaciones entre los pueblos.
En la reunión del primer trimestre de 2007 en Madrid, entre la Secretaria de Estado estadounidense Condoleezza Rice y el Ministro de Asuntos Exteriores español Miguel Ángel Moratinos, la acción conjunta sobre América Latina ocupará lugar principal en la agenda. Se debe tener presente que España sigue siendo una voz determinante al decidir en el Consejo y la Comisión Europeas la acción exterior sobre América Latina.
Es hora de que los gobiernos latinoamericanos que hoy responden al clamor de soberanía de sus pueblos o están en vía de ser sensibles a esta demanda profundicen la construcción de una acción exterior conjunta. Si el impresionante tejido de organización popular latinoamericano y los espacios de investigación y comunicación que han promovido el viraje de la región hacia la segunda y definitiva independencia hallan espacios coordinados de análisis y respuesta común a las medidas neocoloniales que intentan perpetuar el régimen de dominio y expoliación, resultaría más difícil el avance impune de medidas dirigidas a sofocar la emancipación y unidad de Sur América. Podemos asimismo acometer en conjunto la organización de un plebiscito regional, que, siendo en sí mismo un proceso de pedagogía política, permita avanzar con la urgencia requerida en la unidad política creativa de los pueblos de América Latina que deje atrás la fragmentación en que han sostenido el sometimiento y que aporte lo mucho que puede aportar en esta hora a la conciencia fraterna de la humanidad.
Con las formas de organización social que en España y Estados Unidos rechazan la política exterior de sus gobiernos en beneficio económico de pocos y en perjuicio de la mayoría, es posible establecer comunicación orientada al examen público de los procesos históricos y los imperantes en las relaciones exteriores, así como al análisis creador de nuevas modalidades de relación reclamadas por los pueblos del mundo.
Artículo publicado originalmente en
Le Monde Diplomatique, edición Colombia, nº 53, febrero de 2007.
[1] El País, Saturday December 9, English edition with the International Herald Tribune.
[2] El País: "Estados Unidos nos pide consejo sobre América Latina".
[3] El 19 de junio de 2006, en Washington, la Secretaria de Estado de Estados Unidos Condolezza Rice y Miguel Ángel Moratinos, Ministro de Asuntos Exteriores del Estado español, confirmaron públicamente su determinación de actuar conjuntamente en América Latina. “Somos aliados y tenemos muchos intereses en común”, señaló Rice, y Moratinos complementó ratificando la condición de “aliados y amigos” al señalar: “Necesitamos más Estados Unidos en Latinoamérica, pero también necesitamos que España pueda aportar una proyección de futuro que dé estabilidad real a la región” (...) “se ha decidido crear un grupo de trabajo específico para Latinoamérica”’, cuyo objetivo será “fijar las orientaciones y los mecanismos para desarrollar la complementariedad que España y Estados Unidos desean llevar a cabo en el continente latinoamericano”.
[4] Elaborado por Richard Lapper y producido por el Centro de Acción Preventiva, articulado al influyente Consejo de Relaciones Exteriores, se publicó en diciembre pasado.
[5] Estados Unidos compra hoy 1,5 millones de barriles de petróleo diarios a Venezuela, el 11 por ciento de sus importaciones del hidrocarburo.
[6] En Colombia, por ejemplo, con el apoyo de un gobierno absolutamente controlado, se multiplicó la ofensiva de las corporaciones petroleras sobre territorios indígenas, como hoy con el pueblo Uwa.
[7] El proceso que desnuda los vínculos entre sectores de los organismos de inteligencia estadounidenses con el narcotráfico para adelantar la guerra política en la región se ha hecho irremediablemente público. Desde el escándalo por la financiación de la contra nicaragüense con el tráfico hasta las revelaciones recientes formuladas por la Vicepresidencia venezolana en 2006 (Entrevista a José Vicente Rangel, en Voltaire.net) y las revelaciones en el valioso libro Prohibido olvidar, de Maureen Amaya y Gustavo Petro.
[8] Expresión utilizada por Julie Sweig, directora de Estudios Latinoamericanos del Council of Foreign Relations, para señalar que la desconexión entre el poder usamericano y su influencia en la región se debe a que las élites políticas estadounidenses sólo hablan con las élites de la región, excluyendo a la mayor parte de la población.
[9] Ver: "Las relaciones entre Estados Unidos y América Latina: rupturas, reacción y la ilusión del tiempo pasado", James Petras; en Rebelión.
[10] Ver Observatorio de la Deuda en la Globalización (ODG): “Según la Fiscalía del Estado y el FBI, el BBV blanqueó fondos del narcotráfico colombiano y mexicano a cambio del control del Banco Ganadero y una posición de ataque al Bancomer. Hoy, el BBVA es el segundo banco de Colombia y el primero de México”, David L. Llistar.
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